jueves, 13 de diciembre de 2007

victimas-verdugos


Es difícil intentar defender a un verdugo. Las contradicciones que siento hacen que todavía mas, ese batiburrillo de ideas que tengo se entremezclen hasta el punto de anudarse.
Me han educado al igual que a otras muchísimas personas, con mucho cariño, pero por desgracia, tanto mi ama como mi aita, llevaban una carga demasiado pesada sobre sus espaldas impuesta por un estado muy poco abierto a las libertades. Por una iglesia con un funcionamiento patriarcal rozando el absolutismo, y dentro de un sistema clasista de orden y de obediencia.
Esto me lo inculcaron desde la mas tierna infancia.
Después en manos del sistema educativo... cultura su cultura, muy sesgada y sexista. Y por su puesto empiezas a comprender que es el poder. Quien lo ejerce y quien lo ha ejercido, y si dudas de sobre quien lo posee y te enfrentas a el . Castigo.
Si empezaste a trabajar en la adolescencia, mas de lo mismo.
Patrón explotador de txabal bribón, bien gordo sentado en su sillón.
Y el encargado de turno, zafio, pelota, torpe y con poder. La mezcla perfecta para hacerte sentir con látigo, la fuerza del poder. Del que puede.
Servicio militar obligatorio, no me jodas ya lo que faltaba.
Aquí la maquinaria del estado golpea con fuerza, con inteligencia militar, y con unos propósitos muy claros.
Obediencia absoluta y ciega, aunque tengas que perseguir a la cabra de la legión mientras se tira por un barranco.
Un superior, su superior, otro mas que el anterior, un montón de escalas de mando y el que mas poder tiene hace lo que le da la gana.
Aprendes que solo con el echo de tener esa fuerza puedes ser un borracho, un vago o un descerebrado. Yo digo yo mando.
Por supuesto castigos a la desobediencia.
Y pasamos al mundo laboral de los adultos. Ahora ya estamos entrenados y todos estos estereotipos que nos han inculcado, están ahí ahora formando parte de nuestro ser.
No somos iguales a nada
La fuerza es un grado.
Ese grado nos da la razón.
Y si nos faltan a la razón castigamos.
Llorando por por el dolor causado y llorando por el dolor sufrido en cualquier agresion, tengo que decir que pobres desgraciados.
Cobardemente dan rienda suelta a su frustración.
EL hombre nace, despues se hace.
Intentemos cambiar nosotros y nosotras
Intentemos que nuestras hijas e hijos sean libres de nuestras cargas
Intentemos cambiar el sistema educativo
Y tambien a la iglesia ¿porque no?
Y a la sociedad producto de sistema en el que vivimos, digamosle que somos diferentes. Que es hermoso que asi sea. Que no debemos ensuciar esas diferncias haciendo gala de un machismo cubierto o incubierto.
Tener miedo a perder una parcela de poder, es tener miedo a que afloren unas inseguridades oprimidas.

s.o.s racismo

ILUSION
Recuerdo aquellos dias…
Senegal.
Sus campos,lluvias, el sol que da vida...
Me gustaba observar el horizonte... tan lejano como mis primeros recuerdos.
Nací en un lugar en la parte norte de este precioso país.
En mis primeros recuerdos esta muy presente la inquietud, con la que mirando hacia Mali esperaba percibir esa luz calida, que en las primeras horas del día reconfortaba mi cuerpo. También recuerdo como a mitad del día, ya cuando el sol estaba en lo mas alto, intentaba dirigir mi ser hacia tierras de Mauritania con la mente en blanco, dejándome abrazar por esa brisa fresca que ofrecen las tierras del Norte en la época del año mas calurosa.
En otros momentos, cuando el frió arreciaba, buscaba los aires de Guinea. Suaves... un buen abrigo que ayudaba a templar los cuerpos encogidos.
Continuando con el camino que incansable recorría el sol, allá donde tiende a desaparecer, podía percibir la brisa salada del Atlántico. Debía ser enorme según llegue a escuchar. Más aun que cien Sabanas Acacias de Shael.
Un día tras otro observaba, aprendía, disfrutaba de ser quien era y de estar donde estaba. Mi cuerpo iba creciendo... me estaba haciendo fuerte.
Mi soledad comenzó a dejar de serlo. Al principio me sentí incomodo. Nunca nadie me había acariciado, ni nadie espero mis caricias... tampoco nadie había frotado su cuerpo contra el mío.
Mis primeros amigos fueron los pájaros. Adornaban mis ramas con cientos de colores. Su música rompía el silencio y adormecía mis sentidos. Podía flotar entre sus notas... Con el tiempo llegue a comprender sus canciones, a veces, felices dibujando en el silencio alegría. Otras en cambio, eran de excitación, mas bien un canto a la pasión. Como no podía ser de otra manera, no faltaban los cantos que eran llantos por una ausencia, quizás por un amor no correspondido.
Con el tiempo, cuando a mi tronco fortalecido se le empezó a ver como a un buen útil donde poder rascarse la espalda y los lomos, otros amigos hacían de sus visitas un verdadero placer para mis sentidos. Nada que ver con el aire que llegaba desde Guinea, ni con la calidez de los rayos del sol al salir por Mali. Esto era...un abrazo de vida, un calor con mirada agradecida. Estas visitas eran rápidas... abundantes pero rápidas.
Busque los vientos refrescantes muchos veranos. Hasta que un día sin haber prestado atención con anterioridad, observe como mis queridos y agradecidos visitantes, aprovechaban el refugio al sol que producían lo que ahora eran mis fuertes y frondosas ramas.
Paz, aprendí a conocer el aroma de la paz, porque de ella respiraba. Sesteaban unos, otras vigilaban. Tiempo para procrear... un alto en el duro camino de la existencia.
Un día, el mejor día, mi mejor día escuche el sonido de la risa de una niña.
De vista les conocía, aunque nunca les había prestado demasiada atención. Tan solo muy a lo lejos alguna vez seguí sus movimientos. Primero se acercaron a mi, me dispuse a notar sus cuerpos contra mi tronco, pero... ¿porque estar en mis ramas como los pájaros?... Se perseguían, subían, bajaban a ritmo frenético llenando el ambiente de carcajadas de vez en cuando. Sin embargo otras veces buscaban un buen acomodo en los entresijos de mis brazos y al igual que con los pájaros llegue a comprender los sonidos que producían. Palabras inocentes, a corazón abierto. Palabras de la infancia,
Pasaron muchas lluvias, soles, idas y venidas. Les vi crecer. Vi como sus hijos crecían, y los hijos de sus hijos también conocieron el olvido que les producía un juego de risas correteadas. En mis brazos tuve alegrías y sueños del color de África.
Llego un tiempo en el que el gris pareció apoderarse del mañana. Largos silencios e ideas descabelladas gestadas en la desesperación.
Fue, y maldita sea ¿porque tuvo que ser? en la época de los monzones.
Llegaron a mí, sin piedad ni odio, solo se veía necesidad en sus rostros... y armados con fuertes herramientas pudieron arrancar mis raíces del suelo. No pude ofrecer resistencia. Solo se escucho el lamento del viento, por ser la ultima vez que jugueteaba con mis hojas. Sentí el peor de los dolores, el del desarraigo. No se ven heridas superficiales, pero es un sufrimiento lento, implacable en su avance, que nace muy adentro.
Y después al ser alzado y colocado en sus hombros, solo vértigo por el movimiento...
Días de paso lento. Buscaban el río Senegal, así se llama, como mi tierra, que desde el sur y yendo hacia el noroeste, se dirigía hacia el atlántico.
Sudor, llantos, miedo en niños y niñas, mujeres y hombres. Nos persigue...el hambre nos persigue. No hay cobijo, ni refugio ¿prisas? El hambre siempre te alcanza. Pero que sea tarde.
Saboreo el dulce agua del río. Desde sus hombros me lanzan resoplando... agradeciendo el descanso al librarse de mi peso. Me lanzan a unas aguas embravecidas por las recientes lluvias en tierras altas.
Donde recibí caricias ahora son golpes, crujo de dolor.
Por la orilla me persiguen, me vigilan, no me quieren perder de vista mientras continuo con mi descenso tortuoso. Noto en sus miradas como se aferran a mí con lazos de ilusión y futuro.
Las tranquilas aguas de bajas tierras, ahora refrescan mis heridas. Cierro los ojos. Una nana en brazos suaves hace que me duerma, que sueñe con otros tiempos pasados.
El despertar hace que la incertidumbre me llene de desasasosiego. Casi no recuerdo el aroma de la paz.
Oigo alboroto, son gritos... ¿de felicidad? No los comprendo. No soy capaz de distinguir el tono. Se entremezclan sentimientos muy diferentes.
El olor a salitre es ahora muy espeso, estoy a orillas del mar. Me estaban esperando... yo soy en parte su jubilo.
Vacían poco a poco mis entrañas hasta llegar cerca del alma. Mientras que yo miro al infinito sin ver nada, a estas personas les brillan los ojos imaginando algo tras la línea del horizonte... y eso hace que aumenten el ritmo de trabajo.
Ilusión, temor. Empuja fuerte el hambre y es poderosa la llamada a una vida mejor.
Encontrar la vida que ahora estaban perdiendo.
Me han vestido de verde, amarillo y rojo.. y pintado con estos colores de alegría Africana.
Partimos todos juntos mar a dentro.
Me siento feliz. Ellos me transmiten la alegría que en estos primeros momentos sienten.
Los dos primeros días pasan rápidos, entre canciones mil veces repetidas de generación a generación, que contaban como hablaba la tierra, del sueño de una nube, o del rugir de un tigre al encontrarse con un hábil cazador.
Por lo que oí, debíamos seguir a una estrella durante seis noches y luego dirigirnos hacia la salida del sol. ¿Así, tan sencillo se llega al paraíso?¿Sin un dios q ue nos guíe?
La tercera noche, y en mitad de la nada, el mar se enfureció. No había estrellas en el cielo, solo un ruido ensordecedor de truenos. Y la mar bramaba, escupía, nos golpeaba... Mujeres, hombres y niños...todos lloraban. Gritaban aterrorizados, se agarraban a mi costado, sabiendo que se estaban aferrando a la única posibilidad de vida. Fueron muy largas horas... hasta que las primeras luces del amanecer parecieron calmar la bravura de esta fiera.
El primer día partimos en este maldito viaje ochenta y dos personas. Lagrimas por quince desaparecidos, llantos por otros tantos que desaparecerán. Y desaparecieron... hermanos, hijos, y amigos. Otra noche de terror y pánico.
Perdimos el rumbo, y ya no hay pan, y ya no hay agua, y ya no hay ni siquiera esperanza...
Ahora el mar ya no nos roba, tenemos que regalarle nuestros muertos mientras alguien de buena panza ríe sus vergüenzas...
Treinta y tres noches han pasado y trece despojos de personas dormitan entre sus heces y orines esperando a un dios que quizás este muy ocupado en Ese Mundo Mejor.
Ya solo dos lloran mirando al cielo... la estrella que señala el norte sonríe... pero saben que esa sonrisa no es para ellos.
Mi alma ha muerto por el dolor visto a otros inflingido, mientras simplemente,...floto.